El perfume (proveniente del latín per, que significa "por" y del latín fumare, que significa "a través del humo") el cual hacía referencia en tiempos muy antiguos a la sustancia aromática que desprendía un humo fragante al ser quemada.
Los romanos no utilizaron la palabra perfume, esta aparece por primera vez en lengua catalana en la obra Lo Somni de Bernat Metge (año 1399) y a partir del año 1528 en la literatura francesa. En la actualidad, la palabra perfume se refiere al líquido aromático que usa una persona para desprender un olor agradable, La historia cuenta que Alejandro Magno era muy aficionado a utilizar perfumes y que era capaz de perfumar cualquier habitación con solo el aroma de su cuerpo. En la Edad Media se fabricaron ungüentos con sustancias aromáticas, incluyendo musgo y después de un período de pruebas con animales.
En los siglos XVIII y XIX se volvió a usar el agua de flores, es así como el perfume está tan presente en la historia humana como cualquier héroe o leyenda. Los aromas de la naturaleza han acompañado al ser humano por siempre, tales como las flores, el mar, los árboles.
Todo comenzó en la prehistoria, el día que el hombre primitivo encendió una hoguera para calentarse o para alejar las fieras que pudieran acecharle, y por pura casualidad encendió algunas ramas o resinas de un árbol y estas comenzaron a desprender un olor agradable, un olor inédito que nunca antes había sentido nadie, “Quizás el hecho de encontrarla tan agradable, y de que el humo se elevase directamente hacia el cielo, les hizo pensar en utilizarlo como ofrenda a las divinidades, o a las fuerzas sobrenaturales que lo habitaban y que desde allí arriba regían sus frágiles destinos en la Tierra”. Los perfumes se han utilizado y se utilizan en rituales religiosos en diversas épocas y culturas.